Estar satisfecho es una perspectiva riesgosa.
Sin hambre de mejora y de crecimiento, se oxidan rápidamente nuestros talentos.
Sin la adrenalina que nos mantenga actualizándonos, será muy fácil que dejemos pasar oportunidades valiosas.
Estar satisfecho de forma permanente significa estar menos alerta a la realidad y sus cambios.
Por lo tanto, estar satisfecho te puede volver menos propenso a innovar, a experimentar para encontrar nuevos senderos para el negocio.
Y si no estamos creando camino, estaremos dejando que los demás nos alcancen… y probablemente nos rebasen.
De esta forma, estar satisfecho te vuelve ciego por voluntad a las amenazas y sordo a las voces críticas de clientes que valoran tu servicio pero quieren contribuir a elevar estándares.
Ahora entiendo con esta perspectiva el título de Andrew Grove llamado Solo los paranoicos sobreviven.
Grove y otros grandes líderes de negocios se acostumbran a no estar satisfechos, a saber que siempre se puede mejorar. Es la visión del Día 1 de Jeff Bezos, el fundador de Amazon, en acción.
Estar satisfecho permanentemente hace que pierdas el compromiso de ganarte cada día ante tus clientes y tu equipo tu lugar como líder. Por eso, las dosis de satisfacción deben ser pequeñas y efímeras; lo justo para motivar y reforzar la confianza sin olvidarnos que esa victoria es solo un momento que nos requiere seguir creciendo.
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