Una cita de Napoleon Hill me inspiró profundamente:
"Si no tienes la fuerza de voluntad para mantener tu cuerpo físico en buen estado, tampoco tendrás la fuerza de voluntad para conservar una actitud mental positiva en otras circunstancias importantes que controlan tu vida".
Esta idea me conectó con Séneca que decía que debemos tratar el cuerpo con rigor para que no desobedezca a la mente. Y hay muchos ejemplos de como esa disciplina extiende nuestros límites y nos lleva a grandes logros.
De forma más contemporánea, podemos pensar en David Goggins, el comando SEAL retirado de las fuerzas armadas de Estados Unidos, autor de los libro Can't Hurt Me y Never Finished. La historia del autor es inspiradora al observar su evolución hasta un atleta de alto rendimiento y poseedor de records Guinness.
Y si vamos hacia la historia, podríamos fijarnos en el presidente Theodore Roosevelt que pasó de una niñez asmática y débil a una vida como vaquero, atleta, cazador gracias a la disciplina para construir su condición física para lograr más.
Obviamente, la disciplina física nace y se retroalimenta de la guía de nuestra disciplina mental. Es un trabajo diario en el que nunca llegaremos a destino final. Pero la consistencia en la ruta nos transformará a largo plazo para bien.
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Imagen de Andrés Rodríguez en Pixabay
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