El crecimiento significa evolución. Significa aprovechar al máximo nuestros dones. Significa un sentimiento de realización y el logro de una trascendencia. Dentro de todas estas definiciones cada uno de nosotros podemos llegar a nuestro propio concepto de crecimiento. Y esto es muy importante para valorar y priorizar nuestras acciones.
Si no definimos con claridad lo que para nosotros es crecimiento, podríamos desperdiciar nuestro tiempo y energía. Peor aún, podríamos perder de vista las oportunidades más relevantes para maximizar nuestro impacto personal y profesional.
El mundo del crecimiento es muy diverso. Podemos trascender en el mundo corporativo, en una ONG o en nuestro propio negocio impactando a nuestros clientes y a las familias de nuestros colaboradores. Cualquiera de estas opciones significan dejar una marca positiva a nuestro paso.
Y el crecimiento se puede definir incluso desde que uno es estudiante. Podemos aprovechar al máximo nuestras oportunidades para actualizarnos. Igualmente podemos ver el crecimiento al aprovechar nuestras experiencias prácticas y relaciones. Así podremos potenciar nuestras capacidades y carácter. Más recientemente, debemos tener presente la oportunidad de ser generadores de contenido. Enseñar a otros por medio de nuestra experiencia puede ser una gran oportunidad para potenciar el crecimiento de otros.
Así, entre todas las opciones nuestra tarea es generar esa reflexión que nos permita un rumbo más claro. De esta manera, nuestro crecimiento enfocado será la mayor medida de nuestro éxito.
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Foto de Isaac Smith en Unsplash
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