El ser competente y además ético implica el valor de decir cuando las cosas no están bien, aunque se deba contradecir al líder. Esto generará fricciones y retos a los puntos de vista.
A pesar de la incomodidad, se debe responder con argumentos y sostener la postura si se sabe que esta sirve a un bien mayor, al equipo, a los clientes o a la organización. Ser competente siempre debe complementarse con ser coherente con las mejores prácticas, al igual que con los valores personales y organizacionales.
A la larga, se valorará en esa competencia un compromiso real con la organización, una lealtad bien entendida. En cambio, si solamente acatamos sin cuestionar estamos siendo leales de manera vacía. Si no vemos las implicaciones de nuestra lealtad o comprometemos el bienestar de la organización, estaremos amenazando por igual nuestra marca personal y nuestra carrera.
La lealtad nunca debe estar por encima de la competencia y de la coherencia, para procurar el bienestar del equipo tanto como el personal.
Cadena de publicación 666 / 807
Imagen de Celso Salles en Pixabay
Comments