Todos causamos con nuestras palabras y acciones un efecto de onda en los demás.
La amplitud y fuerza de dicha onda dependerá de nuestra relación con las personas. La relación va más allá del vínculo de cercanía. Los objetivos que tengamos en común con las personas, la reputación que percibamos de manera recíproca sobre cada uno de nosotros y sus motivaciones entran igualmente en la ecuación.
A partir de esta idea vale la pena conocer y valorar una de las herramientas de la escuela francesa de prospectiva. El análisis de actores nos permite entender las dinámicas entre los participantes de un determinado sistema. Saber quienes tienen una mayor influencia por medio de control de recursos, por conocimiento o bien por posición determina mucho de nuestras propias decisiones.
Entre más sensibles seamos a las dinámicas de los protagonistas de una industria, seremos más adaptables en beneficio de nuestros equipos y organizaciones. Y su aplicación también puede enfocarse en equipos de trabajo o entre áreas del negocio con la misma precisión. Por eso la prospectiva es una compañera inseparable de la estrategia. El modelar nuestras decisiones futuras al entender las ramificaciones de eventos y relaciones es una tarea clave para ser oportunos y efectivos.
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Imagen de Szilárd Szabó en Pixabay
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