Hay conductas que siempre jugarán en contra de nuestra capacidad de influencia positiva. Algunos de estos comportamientos pueden tener un componente instintivo cuando nos sentimos en una situación crítica. Pero otros comportamientos pueden tener una raíz en el contexto personal que vivimos de niños en nuestra familia o en nuestra escuela. De igual manera, puede haber comportamientos que se hayan detonado y fijado por un evento extraordinario. Sin darnos cuenta, pueden ser frenos al avance hacia nuestras metas. ¿De qué comportamientos requerimos consciencia o retroalimentación para seguir creciendo?
Ser defensivos: Un líder que no escucha una crítica o un punto de vista contrario, es alguien que apagará la creatividad de su equipo. Peor aún, ese líder no llegará a las soluciones potencialmente más benéficas ya que su capacidad se quedará anclada solo en su perspectiva. Puede no gustarnos escuchar algunos comentarios. Puede costarnos trabajo la autocrítica. Pero la consciencia de saber que siempre puede haber algo más que enriquezca nuestro aprendizaje y nuestro crecimiento debería movernos a bajar nuestra guardia ante cualquier conversación.
Pensar solamente en mi o en mi equipo: Conforme el líder crece, entiende que su trabajo no termina con su equipo o área de trabajo. Un líder experimentado se siente dueño de la división o de la empresa. Se siente y se sabe embajador de marca por lo que siempre tendrá una visión sistémica. Con esta perspectiva; siempre tendrá una pregunta a flor de labios: ¿Cómo puedo ayudar a resolver esto? El líder sabe que su aporte de tiempo o de un punto de vista que destrabe un problema en otra área será su mérito pero sobre todo el beneficio de toda la organización en un sentido amplio.
Ser reactivos en vez de responsivos: Como seres humanos necesitamos siempre tener consciencia de nuestras emociones e impulsos. El líder tiene que ser el más templado. Tiene que guiar a su equipo de trabajo con claridad y con coherencia en cualquier tipo de situación. Un líder consumido por la emoción aumenta los riesgos de una respuesta inoportuna, imprudente y con altos costos para su equipo. El líder al ganar experiencia administra sus reacciones y prepara sus respuestas de manera intencional, buscando en los mejores procesos de la empresa y siempre viendo por el presente y futuro del problema a atender.
Si empezamos a cuidarnos de estos signos de alerta; seremos líderes que inspiraremos más confianza y apertura en nuestro equipo. Seremos líderes que daremos tranquilidad en momentos de prueba. Y seremos generadores de una cultura multiplicadora en colaboración y en capacidad de solución.
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